Descubre sobre los distintos trastornos de conducta en la adolescencia y cómo hay que abordarlos. Un trastorno que empieza desde la infancia.
El Trastorno de Conducta (TC) es un trastorno del comportamiento que se inicia durante la infancia o adolescencia y que se manifiesta con problemas de autocontrol conductual con violación de los derechos de otras personas o de normas sociales fundamentales
El trastorno mental hace referencia a una variedad de problemas conductuales y emocionales en los jóvenes. Un niño o adulto joven puede mostrar patrones de conducta perturbadores y violentos y dificultad para seguir las reglas.
Puede estar acompañado por otros trastornos mentales, como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y el trastorno bipolar.
Los síntomas del trastorno de conducta varían con la edad, en el momento del desarrollo físico, de las habilidades cognitivas y la madurez sexual.
Se considera que un niño o adolescente desarrolla un comportamiento antisocial, si el deterioro del funcionamiento diario en la escuela, en casa o en cualquier actividad significativa de su entorno, se convierte incontrolable en cualquiera de los contextos.
Existen tres tipos diferentes de trastornos mentales que se clasifican por la edad a la que empiezan a aparecer los primeros síntomas del trastorno.
Los trastornos de conducta en la adolescencia son el principal motivo de consulta en el ámbito de la salud mental. Son más frecuentes en el sexo masculino y suponen los trastornos más prevalentes en esta etapa de la vida.
Además, tienen un gran impacto en diferentes áreas funcionales del menor, como el rendimiento académico, la dinámica familiar o las relaciones sociales.
Aunque su inicio suele ser durante la infancia, en muchos de los casos no es hasta la adolescencia cuando se producen las primeras consultas, cuando los síntomas se han agravado, y, en ocasiones, se presentan con otras comorbilidades, lo que dificulta el abordaje y el pronóstico en estos casos.
En la mayoría de los casos, el trastorno de la conducta disminuye o remite con la edad adulta, algunos de ellos consiguen una adecuada adaptación social y laboral a sus entornos y ámbitos cotidianos. Sin embargo, las personas que tienen antecedentes de TC presentan más riesgo de padecer otros trastornos asociados y / o comórbidos como el trastorno de ansiedad, el estrés postraumático u otros relacionados con el abuso de sustancias.
De lo contrario, si persisten pueden agravarse y evolucionar hacia
Trastorno negativista desafiante (TND)
Trastorno Disocial (TD)
Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDA / TDAH)
También destacar que estas patologías pueden coexistir con el uso de sustancias tóxicas. Las intervenciones en estos casos se convierten complejas y necesitan actuaciones multidisciplinares, desde ámbitos educativos, psicológicos, psiquiátricos, sociales y de la salud en general, sólidamente coordinados desde la gestión del caso.
Un niño debe ser examinado por un profesional experto en salud mental que le hará preguntas sobre su comportamiento.
El niño debe de mostrar al menos tres de los comportamientos asociados con el trastorno de conducta para poder ser evaluado. Los trastornos también deben estar vinculados a la conducta del niño en la escuela y socialmente.
Si a un niño se le diagnostica con trastorno de conducta y proviene de un hogar roto, se le buscará un hogar de acogida. Si la enfermedad mental no es el resultado de un abuso, el niño tendrá terapia conductual con un psiquiatra para aprender a hablar y a como expresar sus emociones.
Se pueden recetar medicamentos si el trastorno existe junto con otra afección como el TDAH. El tratamiento nomalmente es a largo plazo.