La ciudad de Guanajuato, San Miguel de Allende, se posiciona como la mejor ciudad del mundo gracias a su cultura, historia y gastronomía.
Al norte del continente americano, México se distingue como uno de los destinos turísticos imperdibles. Gracias a su hospitalidad, sus hermosos paraísos naturales y su riqueza cultural, gastronómica e histórica, las calles, callejones, plazas y santuarios mexicanos son populares entre todo turista que lo visita.
Debido a sus atractivos sin igual, Guanajuato, específicamente San Miguel de Allende, ha logrado posicionarse como la mejor ciudad del mundo para visitar.
Ubicada en la zona alta central del país, la ciudad de la época colonial guanajuatense es conocida por su arquitectura barroca española, su activa escena artística y sus festivales culturales.
El origen de San Miguel de Allende hay que buscarlo en 1542 cuando el fraile franciscano Juan de San Miguel estableció el primer asentamiento cerca del río La Laja, en las afueras de la actual villa, con el nombre de San Miguel el Grande (en referencia al arcángel), o San Miguel de los Chichimecas (la población nativa) Izcuinapan.
El lugar servía de parada en la etapa de transporte de los minerales que desde Zacatecas se dirigían a Ciudad de México, conocido como Antiguo Camino Real o ruta de la plata.
De hecho, el hostigamiento de los nativos chichimecas provocó que se desplazará la población al emplazamiento actual en 1555, donde se hallaban los manantiales del Chorro. El acuerdo del Virrey con los indígenas permitía que siguieran autogobernados mientras se respetase a la comunidad de colonos españoles que se habían beneficiado del otorgamiento de tierras para cultivar.
De esta ciudad era originario el insurgente Ignacio Allende que junto a Miguel Dolores Hidalgo, autor del célebre grito fueron ajusticiados y expuestos sus cuerpos en la Alhóndiga de las Granaditas de Guanajuato.
Aquí, los considerados héroes de la independencia mexicana, urdieron y conspiraron junto a otros nombres legendarios de la lucha contra los españoles como los hermanos Aldama o Francisco Lanzagorta.
En honor a Ignacio Allende en 1826 se rebautizó la población con el nombre actual de San Miguel de Allende. La llegada del siglo XX significó una despoblación del territorio, arruinado agrícolamente y castigado por los enfrentamientos durante la Revolución Mexicana. Sin embargo en la década de los 50, el auge turístico provino de ciudadanos estadounidenses que se asentaron con sus familias gracias a la creación del Instituto Bilingüe Allende que certificaba la calidad de enseñanza de inglés. El clima benigno, los baños termales de la zona y la calidad de la vida hicieron que se convirtiera en destino ideal de muchas familias potentadas, lo que significó al mismo tiempo un encarecimiento sin igual de las propiedades y edificios.