Según María Antonia Alanís de Salazar, todo el pueblo se preparaba, con varios días de antelación, para esperar el día de muertos. Las lanchas que traían la mercadería al puerto de Tampico, venían cargadas con cañas, limas y limones dulces que cortaban con todo y rama para poder colgarlos en los altares, y de la Huasteca salían enormes cestas de exquisito pan de huevo, pemoles, chabacanes y multas. Hoy en día nadie oye hablar de chabacanos o finos, o yucas llenas de panela.
Los chabacanes se hicieron con masa seca y piloncillo y en el metate se extendieron con la mano del metate y se cortaron a cuadros y los delgados también se hicieron con masa seca y azúcar, sin mantequilla y se pusieron en conchas marinas en Al horno y salieron tostados y muy ricos.
En cada hogar, pobre o rico, se colocó el altar, se armaba con bastones alrededor del cuadro de un santo, devoción de la familia, se adornaba con papel de porcelana y allí se colocaban los candelabros, donde ardían las velas. Algunas personas hicieron los candelabros de arcilla. Y un día antes empezaron a colocar el atole duro que hacían con ciruelas verdes de la región y que guardaban del mes que se cosechaba en junio o julio.
Todos cocinaron las ciruelas verdes y las secaron al sol; con eso hicieron su atole para el Día de Muertos. También lo rellenaron con limas, limones, naranjas, empanadas, confituras de camote, zapallo o icacos, esa fresa de la playa con tan rico sabor dulce. Ya el mismo día que pusieron los tamales y esos tazones de chocolate, ese chocolate se molió en casa y como decían, estaba tan enjabonado y con sabor a gloria, combinado con pan.
Donde kedo el tampico akel contado x la Sra. Maria Antonia alanis d salazar.Tampico k triste es ver en lo que se a convertido
— sofia juarez salazar (@sofiajuarez) March 18, 2011
El día de los muertos se levantaba antes de las 6 de la mañana, porque las 6 tenían que ser las velas ya encendidas. Después del desayuno, toda la familia fue a la iglesia a orar por sus muertos. Ese día todas las tiendas cerraron y todas las mujeres vestidas de negro. En el Tampico eso no estaba de más vestirse de luto y que si fallecía el padre o la madre tenían dos años, lo mismo que un hijo.
Entre los pobres, sus coronas eran de flores de papel, estas coronas se colocaban en las tumbas y las familias se quedaban hasta las 12 del día. De ahí se fueron a comer a casa. Se respetó tanto el lugar de los muertos, porque solo la iglesia y los cementerios son lugares consagrados. Por supuesto, no había vendedores fuera del cementerio, y mucho menos dentro.
Claro que dejaron las coronas en los sepulcros porque ¿quién se habría atrevido a robar una ?. Regresaron a las 2 o 3 de la tarde y se quedaron hasta las 5:30, empacaron las coronas en sus cajas y hasta el año que viene. En sus casas volvieron a encender las velas y se fueron a dormir, no sin antes haber leído las calaveras, lo que hacían en la imprenta, ya que eran como dos hojas de papel con unos divertidos versos que hacían a las damas de sociedad, a los policías ya los comerciantes más conocidos.
Hasta aquí la historia de la Sra. Alanis De momento se mantiene la tradición del día de muertos, aunque ha variado un poco. En algunos hogares se confeccionan y decoran altares con velas, frutas y algunos alimentos.
Hasta aquí la historia de la Sra. Alanis De momento se mantiene la tradición del día de muertos, aunque ha variado un poco. En algunos hogares se confeccionan y decoran altares con velas, frutas y algunos alimentos.
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