Dodgers y Yankees Miran, pero Nadie Quiere Quemarse, En los corredores de las oficinas de MLB, su nombre sigue sonando. Sandy Alcántara
En los corredores de las oficinas de Grandes Ligas, su nombre sigue sonando. Sandy Alcántara , Cy Young 2022, brazo poderoso, corazón de campeón… o al menos eso fue hace dos años. Hoy, es un enigma. Un misterio con guante. Y aunque Dodgers y Yankees lo tienen en sus listas de deseos, algo huele mal.
David Samson, ex presidente de los Marlins , lo dijo sin tapujos:
«Está lanzando como el peor pitcher de las Grandes Ligas».
Duras palabras. Pero no infundadas.
Desde su cirugía Tommy John, Alcántara parece haber perdido mucho más que velocidad. Su recta, antes imparable, ahora se mueve sin la gracia de antes. Sus pitcheos secundarios no engañan como antes. Y su efectividad, un desastre: 8.47 . En 11 aperturas esta temporada , solo una ha sido considerada “calidad”.
Su última salida fue un infierno: 4 entradas , 6 carreras limpias , 7 hits , 4 bases por bolas y cero ponches ante unos Padres que lo hicieron ver mortal.
Este no es el mismo Sandy. No aún. Y tal vez, no lo será nunca más.
A pesar de todo, su nombre sigue encendiendo luces. Porque detrás de esa estadística cruel, hay un pasado glorioso. El recuerdo de una temporada donde dominó a todos, donde parecía invencible, donde fue el mejor abridor de la Liga Nacional.
Eso es lo que ven Dodgers y Yankees : no al hombre actual, sino al potencial resurgimiento de un gigante herido. Un riesgo calculado, quizás. Pero ¿vale la pena apostar por él?
Samson advierte: sí, Miami quiere moverlo. Pero no a cualquier precio.
“No podemos permitirnos traspasarlo a un precio tan bajo”.
Con 19 millones garantizados para 2026 y 2027, Alcántara no es solo un pitcher. Es un contrato. Y uno que puede quemar a quien lo tome sin fe real.
Los Marlins están hundidos en la NL Este, con récord de 22-32 y sin posibilidad real de postemporada. Vender activos tiene sentido. Pero vender barato, no.
El problema está claro:
Porque si bien Dodgers y Yankees miran con atención, también saben que no pueden arriesgar prospectos valiosos por un pitcher que hoy no luce ni como titular, mucho menos como as.
Alcántara sabe que su futuro pende de un hilo. Sabe que su valor cae cada vez que sube al montículo y falla. Pero también sabe que, en este deporte, todo puede cambiar con una sola entrada perfecta, un inning limpio, un partido donde todo encaje otra vez.
Él busca redención. Los Marlins, un buen regalo de consolación. Y los equipos interesados… buscan un milagro.
Pero en el béisbol moderno, no basta con rezar. Se necesita resultado. Y hasta ahora, Alcántara solo ofrece promesas rotas.
Es posible. Si no mejora en las próximas semanas, su valor seguirá cayendo. Y entonces, ni los Dodgers, ni los Yankees, ni nadie querrá hacerse cargo de un contrato pesado y un brazo incierto.
Porque en la alta competencia, no se compran historias de gloria pasada. Se invierte en presente y futuro. Y el presente de Alcántara apesta. El futuro, aún no se define.
Sandy Alcántara no es un fracaso. Aún no. Es una pregunta sin respuesta. Un pitcher que debe demostrar, antes que nada, que puede volver a ser quien fue. O al menos, alguien útil.
Y mientras los días pasan, mientras los equipos se acercan y retroceden, una verdad late en el fondo de cada conversación:
“¿Vale la pena rescatar al gigante si ya no hay fuerza en su paso?”
Por ahora, la duda es mayor que el deseo. Y en el mercado de cambios, cuando eso pasa… el silencio se convierte en sentencia.