¡La Jaiba Brava pega revolcada y ahoga el rugido de los Leones Negros en las aguas del Goldo de Mexico en la final de la Liga Expansion!
En una noche donde el Golfo de Méixo rugió y Estadio Tamaulipas se convirtió en un coloso azul celeste, la Jaiba Brava hizo de su mar un hervidero de pasión, derrotando 2-1 a los melenudos de los Leones Negros de la Universidad de Guadalajara, en el primer capítulo de esta novela llamada Final del Clausura 2025 de la Liga de Expansión MX. ¡Ay, compas! ¡Qué manera de salir a pescar sueños en la arena tamaulipeca!
Los hombres de mar salieron con el cuchillo entre los dientes, con el alma encendida y la mirada puesta en la gloria. Los tapatíos, serios y contenidos, intentaron frenar la marea. Pero al minuto 35, Omar Soto se disfrazó de arquitecto del área y, tras una pared que dibujó con compás de precisión, rompió el cascarón del cero con un zurdazo que infló las redes y encendió el carnaval jaibo.
No había terminado la primera mitad cuando la tribuna explotó de nuevo. En un tiro de esquina, cuando el cronómetro ya coqueteaba con el descanso, apareció Rubén Domínguez—¡sí, el mismo que fue el alma del equipo toda la noche!—para aprovechar un rebote con olfato de tiburón y mandar el balón al fondo. ¡2-0 y el Estadio Tamaulipas se convirtió en fiesta patronal! ¡Qué manera de celebrar, señoras y señores!
Pero esto es futbol, y el guion siempre guarda sorpresas. Cuando el partido parecía amarrado con soga gruesa, los Melenudos despertaron del letargo. Al minuto 85, Alejandro Organista pescó un rebote del arquero Ruiz, que hasta ese momento parecía imbatible, y con sangre fría descontó para la causa tapatía. El 2-1 cayó como balde de agua helada en el rostro de los locales… pero también recordó que esto no se acaba hasta que el último aliento se agote.
A pesar del susto, la Jaiba Brava supo defender la pesca del día. Rubén Domínguez, merecidamente nombrado el Jugador del Partido, fue más que un futbolista: fue un guerrero, un mariscal, un faro en medio de la tormenta. Su entrega, su gol y su liderazgo mantuvieron a flote a los celestes cuando los Leones intentaban arañar el empate en la recta final.
Con una asistencia de 19 mil 533 almas que rugieron al ritmo del tambor jaibo, el Estadio Tamaulipas fue un hervidero de emoción. La afición no falló, se entregó en cuerpo y garganta, y empujó al equipo como si ellos también llevaran tachones. ¡Qué ambiente! ¡Qué comunión entre el pueblo y su equipo! Una cátedra de pasión que retumbó hasta el último rincón del puerto.
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El marcador final pudo haber sido más abultado. Escoboza tuvo el tercero en sus pies, pero la red se negó. Esa falla permitió que los de la Universidad de Guadalajara sigan con vida en esta batalla campal por el campeonato de la división de plata. El zarpazo no fue mortal, pero sí profundo. ¡La serie está abierta!
La vuelta se jugará en el Estadio Jalisco, un templo histórico del fútbol mexicano. Pero cuidado, que en esta historia, los Leones Negros ya han sufrido finales de pesadilla, y enfrente tienen a una Jaiba Brava hambrienta de gloria, con la mirada fija en el título de Expansión, con la sangre celeste ardiendo por la estrella.
La Jaiba no solo ganó el partido, ganó confianza, ganó respeto, y sobre todo, ganó el alma de una afición que sueña despierta. En este primer asalto, los tamaulipecos se impusieron con garra, táctica y corazón. Lo que resta, es escribir la última página, y eso, compas, se hará el próximo sábado en tierras tapatías.
¡A remar fuerte, Jaibas! Que el título está cerca, que el mar huele a campeón. El corazón de Tampico, Ciudad Madero, late con fuerza y está listo para conquistar el trofeo. ¡Esto no es una historia cualquiera… esto es la épica celeste en su máxima expresión!