¡Uy papá! Se viene lo bueno ya que el Club América esta en Semifinales al doblar y vencer al los Tuzos del Pachuca en Ciudad de los Deportes.
“¡Y aquí están señoras y señores! Las Águilas de la América, que no vuelan… planean, que no caminan… desfilan, que no juegan… imponen cátedra!”, lo que se avecina en la Liguilla. El América, el equipo más odiado pero también el más admirado, ha vuelto a imponer su ley. Cuarta semifinal consecutiva. Récord. Historia. Factos, como dicen ahora los chavos. ¡Ay, pero qué delicia para el americanismo!.
La noche contra Pachuca fue una sinfonía azulcrema. En 180 minutos, los de Coapa apagaron la ilusión de los jóvenes tuzos y los mandaron de regreso al inframundo de la eliminación. No hubo dudas. No hubo titubeos. El América salió como emperador romano al coliseo y con garra y fútbol despachó a los de Almada. ¿El marcador? 2-0. ¿El dominio? Total. ¿El ambiente? El de una coronación anticipada.
Luis Ángel Malagón, el cancerbero que parece tener alas, volvió a vestirse de héroe. Cuando el partido aún estaba en el alambre, sacó una de esas que no se enseñan en los entrenamientos. ¡Milagro en el Azteca! Su nombre retumba en los corazones amarillos como un eco divino: ¡Ma-la-gón!
Y cómo olvidar el trabajo del titán Henry Martín, que volvió con el pecho inflado y el alma encendida. No marcó, pero su sola presencia le cambió el ritmo a este América de Yardine, que huele a campeón, que ruge como fiera herida y que ahora quiere cobrarse la última afrenta. Porque sí, señores, el América se frota las manos para enfrentar al Azul.
“¿Cómo no se va a frotar las manos el América?”, . ¡Por supuesto que sí! Es más, se soba las alas, se truena los dedos, se mira al espejo y dice: «Es la hora de la verdad.» Porque si hay cuentas pendientes, esas son con Cruz Azul. La máquina los bajó de la Concachampions. Y aunque era otro torneo, otro momento, el orgullo del Águila no olvida.
Del otro lado viene un Cruz Azul que también llega bravo. Que quiere revancha por la Liguilla pasada, que busca borrar los fantasmas de sus derrotas históricas. Pero aquí, entre nos, el América no cree en maldiciones. Cree en fútbol, en historia, en camiseta. Y la camiseta pesa. Y vaya que pesa cuando tiene 13 estrellas bordadas en el pecho.
Lo que se viene es un duelo de titanes, una danza de cuchillos, una guerra sin cuartel. Cruz Azul y América, los eternos rivales del nuevo siglo, se vuelven a encontrar. Esta vez por el pase a la gran final. Y mientras la nación azul se pregunta si esta es la buena, en Coapa hay confianza, hay temple, hay memoria. ¡Porque este América no tiembla, este América ruge!
Las redes sociales arden. Los analistas discuten. Los programas deportivos se convierten en telenovelas con guion épico. Pero entre tanto ruido, hay una verdad que se mantiene firme: América llega como un tren de vapor que arrasa con todo. Cuatro semifinales al hilo. Defensa de hierro. Medio campo que baila. Y un ataque que huele a dinamita.
Club América dominó la década de los ochentas y ganaron absolutamente todo, para convertirse en una de las instituciones icónicas de México
La pregunta es si ya está preparando el banquete. Porque el América, ese que muchos odian pero todos respetan, ya está listo para devorar a su archirrival. Lo eliminó en la pasada Liguilla. Hoy quiere repetirle la dosis. Quiere gritar con fuerza: ¡Aquí mando yo!
Que suene el silbatazo. Que ruja y que tiemble la Ciudad de los Deportes porque cuando el América se frota las manos… es que el festín está por comenzar.