La Jaiba Brava saca el resultado ante el Atletico La Paz, al derrotar en el inmueble del estadio Tamaulipas, por dos goles a cero.
La tormenta había arreciado. Tres derrotas consecutivas pesaban sobre los hombros de la Jaiba Brava como un ancla en el fondo del océano. Pero toda racha negativa tiene su final, y qué mejor manera de romperla que en casa, con su gente, con su historia y con su orgullo. En una noche de reivindicación, el Tampico-Madero venció 2-0 al Atlético La Paz, sumando tres puntos vitales que le devuelven la confianza al equipo y a la afición celeste.
Bajo la presión de presentarse ante su afición en el Estadio Tamaulipas, los dirigidos por Marco Antonio «Chima» Ruiz el Tapatío Pierde ante la JaibaBrava. Enfrentaron no solo a un campeón como Tapatío, sino también adversidades como la expulsión al final del duelo, superando obstáculos clave en este capítulo del torneo.
El Estadio Tamaulipas vibraba. No era un partido más, era un duelo que exigía carácter. Desde el pitazo inicial, los celestes entendieron que no había margen para titubeos. Solo bastaron cinco minutos para que Rubén Domínguez, con un frentazo letal tras un tiro de esquina, rompiera la red y el maleficio. La Jaiba Brava tomaba ventaja y, por un instante, el peso de las derrotas desapareció.
Sin embargo, el fútbol es caprichoso. Como si la presión de la ventaja hubiera sido demasiado, el equipo se replegó y cedió la iniciativa. Atlético La Paz, necesitado y sin nada que perder, se volcó al frente. Gerardo Ruiz, con reflejos felinos, se erigió como el muro de contención que mantuvo a salvo la ventaja local.
La escuadra paceña tocó la puerta en repetidas ocasiones. Elías Hernández y Edgar Alaffita probaron suerte, pero la definición no estuvo de su lado. Jordi Ferrer, con el arco a disposición, dejó escapar la más clara, elevando el balón por encima del travesaño. El peligro era latente, la tribuna contenía el aliento y el «Chima» Ruiz observaba con atención. Algo tenía que cambiar.
El complemento inició con otro rostro. Tampico-Madero salió con mayor determinación, sabiendo que no podían conformarse con la mínima ventaja. Y cuando menos lo esperaba Atlético La Paz, llegó el golpe definitivo. Un error en la salida fue capitalizado por Adrián Garza, quien con visión de crack cedió la esférica a Danilo Santacruz. Con temple guaraní, el paraguayo definió con categoría y estalló en júbilo. Su primer gol con la Jaiba Brava y el 2-0 en la pizarra.
Club América dominó la década de los ochentas y ganaron absolutamente todo, para convertirse en una de las instituciones icónicas de México
Con la ventaja asegurada, «Chima» Ruiz movió sus piezas para cerrar el partido. Los ingresos de Edú Pérez, Santiago Ramos y compañía dieron frescura al mediocampo, mientras que la defensa mantuvo el orden. Atlético La Paz, abatido, intentó una última embestida, pero la muralla celeste no se tambaleó.
El silbatazo final marcó más que una victoria. Fue la confirmación de que la Jaiba Brava sigue viva, que aún hay lucha y que la historia de este torneo no está escrita. Con este triunfo, el Tampico-Madero escala posiciones y se coloca en la pelea por los puestos de liguilla.
La Jaiba Brava en este torneo ha tenido momentos de caída, de duda y de oscuridad. Pero siempre llega la redención. Hoy, la Jaiba Brava ha dado un paso adelante, ha encontrado el camino de regreso y se prepara para su próxima batalla en Tlaxcala. La afición lo sabe y lo siente: esta historia aún tiene capítulos gloriosos por escribir.