Una madre debe enfrentarse a la insoportable verdad acerca del hijo gemelo que ha sobrevivido. «Gemelo Siniestro», se encuentra ya en salas de cine.
Fue, por empezar, un viaje extraño; y no en la forma en que puede serlo una cinta de género de dichos días si tomamos como ejemplo a Ari Aster, Goran Stolevski o, por qué no, a Robert Eggers. Extraño y extremo, sumaremos; pues los valores de producción parecen ir enteramente hacia otro sitio con respecto al guion que lidera Taneli Mustonen y que redactó con Aleksi Hyvärinen, con quién ya laboró en «Lake Bodom»
Un thriller psicológico, un folk horror, un film satanista y de posesiones, escoja usted el género, ya que los encierra a todos a la vez que aspira ofrecer un nuevo viraje a sus propiedades, cayendo de repente en una repetición abrumadoramente aburrida de sus tópicos
Veamos, luego de un trágico infortunio que se cobra la vida de uno de sus gemelos, Rachel (una constantemente solvente Teresa Palmer) y su marido Anthony (Steven Cree) se mudan al otro lado de todo el mundo con su hijo sobreviviente y la esperanza de edificar una totalmente nueva vida. Lo cual empieza como un periodo de curación en la tranquila campiña escandinava rápido da un giro ominoso una vez que Rachel empieza a desentrañar la tortuosa verdad sobre su hijo y se confronta a las fuerzas maliciosas que tratan de apropiarse de él
La historia, que podría ser un drama sobre la sobrevivencia nada menos que un diminuto hijo, se convierte de a poco en un horror extravagante que navega aguas tan disimiles que es imposible encasillarlo. Una suerte de odisea sobre las maternidades y paternidades rotas, los vínculos y la frontera que se cruza una vez que se aspira rescatar a los dolientes de sus propios horrores. En otros términos, parte del viaje a Oslo, a dicha sociedad de seres silenciosos que funcionan como coro silente, observadores pasivos del dolor que no se puede decir
De que tales hechos se tornen en un horror sobrenatural solo hay un paso, uno que ofrecen sin ambages y a zancadas mencionaríamos, entrelazándolo con un folk horror al estilo «Midsommar» (2019), empero cuyo paganismo es realmente satanismo, no solo Wicca y neo-paganismo, y los efectos de «El bebé de Rosemary» (1968) se dejan entrever solo por un momento. Las vueltas de tuerca se sucederán con ritmo, sin embargo, no con pulso o siquiera puntería. Ya que por cada nueva verdad revelada habrá un cabo suelto que quedará esperando una resolución. Y cada personaje, que uno amonesta tiene un objetivo con en relación a la trama y su evolución, su exposición, está sembrado de manera artera para confundir sin dar el desarrollo que requiere conforme a la narrativa.