No creemos bastante discutible que Thor es el superhéroe más poderoso de los Vengadores originales. No por nada, los guionistas le brindaron la posibilidad de ser quien estuvo a puntito de cargarse al genocida de Thanos en Avengers: Infinity War previo a su horroroso chasquido; y de realizarlo sin contemplaciones en los primeros compases de Endgame.
No creemos bastante discutible que Thor es el superhéroe más poderoso de los Vengadores originales. No por nada, los guionistas le brindaron la posibilidad de ser quien estuvo a puntito de cargarse al genocida de Thanos en Avengers: Infinity War previo a su horroroso chasquido; y de realizarlo sin contemplaciones en los primeros compases de Endgame.
Esta trama constituye, por cierto, una muestra de por qué Thor no podría liderar a los protagonistas del Cosmos Cinematográfico de Marvel. De la misma forma que plantea Ana Dumaraog con un artículo para Screen Rant, “en sitio de juntar gente para unirse a la contienda, su primer curso de acción ha sido equiparse mejor para asesinar al Titán Demente al obtener la Rompetormentas”. Si no, quizás no hubiese fallado.
Ya que “Thor tiene una mentalidad de guerrero y no de jefe en la toma de elecciones de un equipo”. Su trayectoria previa lo reafirma. En su presentación, desobedece a Odín y va a Jotunheim para luchar con Laufey; en compañía de Loki y otros aguerridos compatriotas que le son fieles hasta la insensatez.
La infiltración de los Grandes de Hielo en Asgard para recobrar el Cofre de los Inviernos Anteriores, la contestación impulsiva de Thor y la crítica participación de su papá para salvarlos deshace de manera definitiva la tregua en medio de las 2 razas enemigas. Y Odín opta por desterrar a su vástago en la Tierra, despojándole de sus poderes divinos como escarmiento; y solo le posibilita utilizar su martillo Mjolnir.