Es muchas veces tentador tener en cuenta a Vladimir Putin como si fuera el virus del milenio hecho carne y hueso y en toda su mortífera expresión.
El mandatario ruso arribó al poder el 31 de diciembre de 1999, una vez que el planeta estaba en ascuas temiendo que las pcs se fueran a paralizar una vez que el reloj diera la medianoche, incapaces de procesar el cambio de 1999 a 2000.
En los poco bastante más de 20 años que han pasado a partir de entonces, Putin ha estado procurando de maquinar un tipo distinto de fracasa universal, la devastación del orden liberal universal.
El exespía de la KGB desea echar el reloj hacia atrás: resucitar la grandeza zarista de Rusia y restablecer el poder y la amenaza que suponía la Alianza Soviética previo a su ruptura en 1991.