Inconforme por la manera en que Mario Delgado ha conducido a Morena a lo largo de los últimos 16 meses, el ala extremista del partido está pasando de la crítica a la movilización, lo cual está abriendo una totalmente nueva fractura en la fuerza política originada por el mandatario Andrés Manuel López Obrador.
Fundadores y militantes permanecen convocando a rescatarlo y reconstruirlo para lo cual proponen una reforma estatutaria, concluir con encuestas “patito”, ofrecer el 90% de las candidaturas a militantes y a renovar la junta Ejecutivo Nacional para que el desplazamiento se encuentre al nivel de la Cuarta Transformación.
Por los principios de su formación, en Morena son recurrentes las confrontaciones y divisiones. Más del 70% del partido del mandatario está formado por experredistas, donde coexistían las corrientes políticas que se disputaban cargos partidistas y negociaban postulaciones. Ahora en el partido guinda, militantes y simpatizantes que se sienten dañados por no haber obtenido una candidatura o por no ser tomados presente por la dirigencia “elitista” se han agrupado en “los agraviados”.
“La sangre perredista que está en Morena es casi del 70%, entonces vienen con aquellas prácticas informales, de comerciar, de conformar conjuntos, aquellos equipos exigen una proporción de posiciones electorales o gubernamentales, era esperable que el partido se porte de dicha manera ya que su genética partidista procede de dicha dinámica”, sostiene Juan Pablo Navarrete, especialista en partidos de izquierda y maestro de la Universidad de la Ciénega del Estado de Michoacán.