Un reportaje de Latinus y mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, apunta que ha vivido en mansiones en Houston, Texas, una de ellas asociada con una compañía petrolera que tiene contratos con el regimen mexicano. La contestación de su padre fue acusarme de “corrupto, golpeador, mercenario y sin principios”.
El acoso a periodistas a partir de la presidencia lleva bastante más de 3 años. Ha crecido ya hace unos meses a partir de la parte “Quién es quién en las mentiras” de su conferencia matutina, dedicada exprofeso a estigmatizar a periodistas —la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha pedido suspenderla— y con actividades digitales posteriores mediante un batallón propagandístico. El tono circense y ridículo que ha adquirido dicha práctica provoca que algunas veces sea tomado con burla y como chiste diario, una vez que en verdad debe ser inaceptable.
No solo dicha organización y la CIDH hicieron pedidos y emitido alertas —en diversos instantes y en crecientes tonos— sobre el proceder del mandatario de México ante los periodistas, además Human Rights Watch, Reporteros Sin Fronteras, la Sociedad Interamericana de Prensa o la junta para la Defensa a Periodistas. Han señalado un abierto y sistemático abuso de poder del mandatario al calumniar y ofender, a partir de su postura, a la prensa.
Situar en la mira a los periodistas que no se someten a él viene ligado a que, 3 años más tarde de haber llegado al poder, al mandatario ya solo le queda una convicción: él mismo. Las demás se fueron derrumbando.