Después de marcar un doblete la noche del martes ante el Brujas, Lionel Messi (34 años) tiene todo el derecho a sonreír. Convertido en una máquina de jugar y marcar contra el FC Barcelona, el FC Barcelona se ha quedado sin gasolina desde que llegó al Paris Saint Germain. Con cinco goles deslumbrantes en seis partidos de la Liga de Campeones, Messi solo pudo marcar uno más tras nueve apuestas en la Ligue 1.
Acostumbrado a perforar las porterías rivales en básicamente todos los partidos que disputaba en Primera Separación, la Pulga pertenece a los delanteros con peores registros de Francia. Cada una de estas son señalas de que el 7 veces Balón de Oro aún está luchando por ajustarse a su nueva vida. Y si sus problemas frente al tráfico de automóviles en París le hicieron sonreír, otros rumores entre bambalinas afirman que el argentino sigue intentando encontrar la luz.
Las dudas sobre su instructor, Mauricio Pochettinho, vuelven a plantearse esta mañana en las columnas de Le Parisien. Messi no suele comprender su postura en el campo. Cabalgando entre el lado derecho y el eje, Messi precisamente prefiere jugar lo más cerca viable de Kylian Mbappé. De esta manera, el universal albiceleste aún no ha encontrado su lugar en el campo. Sin embargo, su familia tampoco está plenamente adaptada por el instante.
Los Messi llevan 20 años viviendo en Barcelona. Y transportarse de la ciudad más importante catalana a París no está siendo simple. Como prueba, el más grande de los 3 hijos no goza de su nueva vida. Precisamente, no le encanta nada que no se asemeje a Barcelona, redacta el diario.