Fue un éxito mundial. Por primera vez, una cantante mujer dejaba de lado a las entonces famosísimas boy bands para abrirse paso a un mundo repleto de hombres exitosos que cortaban el paso musicalmente a cualquiera que se les presentara. Fue Britney Spears quien rompió esta tradición en su adolescencia, que desbancó a estas bandas y los superó ranking tras ranking.
De hecho, tenía tan solo 16 años cuando lanzó Baby One More Time, que la llevó a lo más alto convirtiéndose en el álbum más vendido de una solista adolescente. Y así fue cómo la joven se convirtió en la principal fuente de ingresos de toda la familia Spears.
Este hit cambió la historia del pop, de su vida y de muchas otras cantantes. Britney abrió así el camino a otras mujeres solistas, hasta ahora eclipsadas por las boy bands, aunque lo hizo a través de la mirada de todo el mundo, para entonces menos acostumbrado a tal nivel de éxito y de espontaneidad de una mujer en la industria musical, que exigía a la artista el mismo nivel de inocencia que de sexualidad.
Se trataba de una adolescente que se movía, vestía y maquillaba de una manera bastante novedosa por aquel entonces, hecho que le obligó a vivir momentos tan incómodos como que en las entrevistas le preguntaran por su virginidad.
Britney atravesaba una crisis que la hizo ingresar en un centro psiquiátrico; una oportunidad que su padre, James Spears, aprovechó para quedarse con la tutela de su hija. En Estados Unidos, un adulto puede quedarse con la tutela de otro en caso de vejez, limitaciones físicas o mentales. Con esto, asumir el control de las finanzas y del patrimonio de otra persona era legal. Lo llamaban la muerte civil. Pero en el caso de Britney, no se entendía este acaparamiento de todos sus bienes porque la cantante seguía escribiendo canciones y publicando discos, actuando y viviendo sin ningún tipo de discapacidad.
Aquí comenzó el infierno de Britney Spears, quien estuvo sometida a un acoso constante por parte de su padre. No solo controlaba las finanzas de la estrella, sino que vigilaba en cada momento con quién hablaba, qué hacía, cómo se comportaba. No la dejaba quedarse embarazada ni conducir su coche.
Mientras tanto, la mujer bailaba, cantaba, trabajaba y actuaba como si nada pasara, sin que nadie supiera que su padre se estaba embolsando 16.000 dólares a la semana y el 1,5% de los ingresos de su hija. Con esto, la artista recibía la mitad de dinero que él y no disponía de los 60 millones de euros de su patrimonio.