De acuerdo con un estudio publicado por la revista The Lancet, realizado en menores de 62 países, el castigo físico puede aumentar los problemas de conducta infantil con el tiempo y no está asociado con la obtención de resultados positivos en su desarrollo.
La publicación recoge una revisión de hallazgos en esta materia de un total de 69 estudios que pretende informar tanto a los profesionales relacionados con la educación y la infancia como a los poderes públicos de los efectos de aplicar castigos físicos a menores.
Según el análisis, que recoge datos de UNICEF, el 63 por ciento de los menores de todo el mundo de entre 2 y 4 años (unos 250 millones de niños) son sometidos regularmente a algún tipo de castigo físico por sus cuidadores.
El castigo físico aumenta el riesgo de tener que recurrir a los servicios de protección infantil y, lo que parece más importante, puede empeorar la conducta del menor en el futuro, por lo que resulta dañino.
En particular, niños castigados físicamente suelen tener un desarrollo cognitivo más lento, sufren de mas problemas de comportamiento, desregulación emocional y agresividad y, en el largo plazo, tienen un mayor riesgo de sufrir de problemas de salud mental como depresión y ansiedad. Estas mismas consecuencias se han identificado en niños colombianos y chilenos.
Es probable que un mecanismo relacionado con afectaciones emocionales y de salud mental explique estos resultados. Las dificultades generadas por la pobreza y el vivir en un entorno hostil producen consecuencias fisiológicas – por ejemplo, la segregación de hormonas como el cortisol – y psicológicas – como estrés y sentimientos de angustia y ansiedad.