Rebuscando en su memoria, la chef Gabriela Cámara (Chihuahua, 45 años) dice que recuerda a toda su familia «cocinando, siempre». La primera instantánea es de su nonna italiana. «La veo haciendo la pasta. Ella era de Florencia, mi mamá nació allí. Lo primero que me dejó hacer de pequeñita fue la masa para una crostada, una galleta suave con mermelada arriba, como una tartaleta sequita».
Bajo esa premisa abrió Contramar en Ciudad de México, allá por 1986. Con este restaurante rompió formalismos y comenzó a desarrollar una manera muy personal de entender la hostelería como negocio, pero también como acción social. Por ejemplo, ahora estudia nuevos usos de productos de granjas locales para ayudar a sus proveedores en tiempos de pandemia y está creando un negocio online de comidas para bebés y niños para mantener a sus empleados
«No quiero dejarlos sin trabajo, los restaurantes como los míos son super integrales, responsables con la gente, la materia prima y el entorno. No solo con los clientes, sino también con los empleados y la gente que vive alrededor, desde los que venden la lotería a los que limpian los uniformes», subraya.
Mucho de este compromiso viene de sus raíces. Su padre fue jesuita, conoció a su madre en Harvard y vivieron en Estados Unidos, Latinoamérica y Europa. «El movimiento familiar cristiano en América Latina en los sesenta fue muy revolucionario», explica refiriéndose a la Teología de la liberación, «un rompimiento con lo conservador, la Iglesia católica dominante; mis papás siempre fueron gente super progresista, espiritual, dada a los demás, a vivir los principios cristianos más que un catolicismo de normas y reglas».
La suya fue una niñez nómada, sus padres la educaron en casa un tiempo, se ríe al confirmar que adelantaron tendencias actuales: «Siempre estuvieron a la vanguardia, usaban energías alternativas, desde que recuerdo en mi casa había un horno solar y huerto. Hacían todo lo que hoy en día la gente dice ‘Ay, qué cool«. Eso chocaba en su círculo. Por eso quisimos crear un trabajo que cambie esa manera de entender su vida. Me gusta ver que donde sea cada uno puede hacer cosas relevantes para una ciudad y los problemas inherentes a ella», explica.
Considera que ese es el papel de los cocineros ahora: «El rango de profesiones que se consideran respetables hoy en día incluye ser chef. Para ella es tiempo de buscar nuevos horizontes. La pandemia, reflexiona, «ha dejado claro que la alimentación es salud preventiva», y por eso cree que debe ganar presencia en el debate público.